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Queridos Feligreses y Amigos;
En el 2016
168 personas en la ciudad de Nueva York fueron atropelladas por trenes, lo que provocó 48 muertes. Estoy seguro de que todos hemos visto los anuncios de la MTA en el subterráneo relacionando con esta aterradora realidad, pero las frecuentes estadísticas pueden seguir siendo sólo eso ... información, un número. La semana pasada recibí un correo electrónico de un amigo relatando una situación angustiosa pero hermosa que tuvo lugar en el metro. Joseph estaba esperando en la plataforma de los trenes B y C en la calle 96. Cuando el tren se acercaba a la estación, un hombre cayó sobre las vías y de inmediato la gente entró en acción, con dos hombres saltando a las mismas para ayudarlo a levantarse. Justo a tiempo todos llegaron a la cima de la plataforma. Quisiera compartir con ustedes solo algunos pensamientos de mi amigo Joseph sobre lo que él experimentó en ese momento:
Cómo, a pesar de este hiper-partidista, hiper-polarizado, hiper-radicalizado período en nuestro país, las necesidades de un ser humano y la muerte inminente a la que se enfrentó superaron su raza, sus errores o su pobreza? Este era un hombre, un hombre negro, similar a tantos hombres negros y gente de color que han sido deshumanizados y convertidos en chivos expiatorios en nuestro país durante el ultimo año. Eso no impidió que dos hombres blancos saltaran delante de un subterráneo para salvar su vida. Eso no impidió que la gente de color, marrón y blanca, en la plataforma lo pusieran a salvo, ni les preocupo perder su tren con tal de sentarse con él durante un tiempo y compartir palabras de apoyo y humanidad.
¿Por qué, en ese momento de ver a alguien a punto de perder su vida, sin importar su raza, clase social o partido político
(lo que importa es que él es humano, tanto que estamos dispuestos a perder nuestra vida por él), perocuando se trata de decidir si si o no proporcionarle seguros médicos, nos dividimos y nos convertimos en partidistas?
¿Por qué es tan difícil para nosotros ver las muchas maneras en que tantos de nuestros vecinos se encuentran impotentes en los caminos de nuestras vidas, desesperados por rescatar a sus hermanos/as, y ayudarlos y acompañarlos en su sufrimiento y en compartir con ellos la abundancia de nuestros dones económicos, culturales y sociales que produce nuestro país?
Esta semana tenemos algunos ejemplos poderosos de fe a los que emular. El lunes es la fiesta de un Papa y mártir, Sixto II, que junto con cuatro diáconos fueron arrestados y condenados a muerte mientras celebraban la Misa en el año 258. El martes recordamos a Santo Domingo, que fundó la Orden de Predicadores. Los dominicos dedican su vida a la contemplación, al estudio, a la predicación y al trabajo ministerial, y siempre han sido una gran presencia aquí en nuestra ciudad. ¿Has visitado alguna vez a San Vicente Ferrer o a Santa Catalina de Siena en el lado este de la ciudad? El miércoles honramos a Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein). Nacida de padres judíos en Polonia en 1891, Edith, a través de sus estudios filosóficos, finalmente adoptó la Fe Católica y se convirtió en monja carmelita. Murió asesinada por los nazis en Auschwitz en 1942.
El 6 y 9 de agosto, respectivamente, nos enfrentamos de nuevo a las atrocidades de la Segunda Guerra Mundial y los atentados atómicos de Hiroshima y Nagasaki. Que cada uno de nosotros, creyentes en un Dios de reconciliación, se esfuerce por ser testigo de una resolución pacífica siempre y cuando sea posible.