ESQUINA FINANCIERA
La suma de la colecta durante las Misas del domingo pasado fue $6,522. Recibimos $3,911 a través de WeShare para un total de $10,433. Gracias por dar tan generosamente a nuestra colección regular.
Queridos Feligreses y Amigos;
Este miércoles, Miércoles de Ceniza, comienza la temporada de Cuaresma, una temporada destinada a ser para nosotros un tiempo de crecimiento espiritual. Una Cuaresma fructífera debería darnos un mayor estado de conciencia del amor incondicional de Dios por nosotros. La Cuaresma debería ser para nosotros un tiempo de una nueva conversión. Como todas las áreas de nuestras vidas, nuestra vida espiritual necesita desarrollarse continuamente. Para demasiadas personas, nuestro conocimiento religioso, práctica y cultura no han ido más allá de lo que aprendimos cuando éramos jóvenes. Esto puede ser un desafío espiritual: enfrentar algunos de los problemas y crisis en nuestras vidas cuando realmente necesitamos que Dios nos ayude. La Cuaresma nos llama a hacer cambios en nuestras vidas, a romper viejos hábitos y desarrollar nuevos y saludables. Desafortunadamente, una conversión no viene con un conjunto preenvasado de creencias, valores e instrucciones sobre cómo actuar. Necesitamos pasar un tiempo en oración y meditación. Como cristianos, nosotros, como los primeros discípulos, estamos destinados a estar siempre aprendiendo. No se trata de memorizar un conjunto de reglas, sino de tratar de entender cómo vivir mejor una vida que se vive en nuestra relación con Jesús, una vida basada en los Evangelios. Necesitamos estar atentos al mundo que nos rodea y a las personas con las que nos encontramos mientras luchamos por ser como Cristo. Necesitamos estar abiertos al cambio, abiertos al crecimiento. Necesitamos recordarnos a nosotros mismos todos los días "este día Dios me enviará cualquier apoyo, cualquier orientación, cualquier perdón que necesite". Necesitamos buscar las muchas formas en que Dios viene, a través de los diferentes agentes que nos envía. Necesitamos estar abiertos a la presencia de Dios, la guía de Dios en lo que sea que traiga cada día. Como está escrito en la Coraza de San Patricio, el santo patrón de nuestra Arquidiócesis:
Cristo en el corazón de todos los que piensan en mí,
Cristo en boca de todos los que me hablan,
Cristo en cada ojo que me ve,
Cristo en cada oído que me escucha.
Necesitamos recordar que los caminos de Dios no son nuestros caminos. Se necesita una apertura; Se necesita confianza. La fe es una forma de escuchar: poder escuchar la voz de Dios; La fe es una forma de ver la presencia de Dios entre nosotros. Cristo viene a nosotros como el Maestro del disfraz. Él viene a nosotros y nos habla a través de otros. Para aquellos de nosotros que audazmente llevamos el título de cristianos, imitar a Cristo debe ser nuestra vida. La Cuaresma debe ser un tiempo para preguntarnos como podemos ser mas como Cristo. Debe ser un tiempo de reflexion, oración, estudio y discusión. Lea los Evangelios, ore los salmos, asista a misa diaria, ayune de distracciones extrañas, ayude a alimentar a los pobres (participe en nuestra Campaña del Tazón de Arroz). Sobre todo, esté abierto a la presencia de Dios, la guía de Dios, el amor de Dios en aquellos que encontramos en nuestra vida cotidiana.
Padre David Nolan.
La Llamada.
La llamada al amor es siempre seductora. Seguramente, muchos acogían con agrado la llamada de Jesús a amar a Dios y al prójimo. Era la mejor síntesis de la Ley. Pero lo que no podían imaginar es que un día les hablara de amar a los enemigos.
Sin embargo, Jesús lo hizo. Sin respaldo alguno de la tradición bíblica, distanciándose de los salmos de venganza que alimentaban la oración de su pueblo, enfrentándose al clima general de odio que se respiraba en su entorno, proclamó con claridad absoluta su llamada: “Yo, en cambio, os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os aborrecen y rezad por los que os calumnian”.
Su lenguaje es escandaloso y sorprendente, pero totalmente coherente con su experiencia de Dios. El Padre no es violento: ama incluso a sus enemigos, no busca la destrucción de nadie. Su grandeza no consiste en vengarse sino en amar incondicionalmente a todos. Quien se sienta hijo de ese Dios, no introducirá en el mundo odio ni destrucción de nadie.
El amor al enemigo no es una enseñanza secundaria de Jesús, dirigida a personas llamadas a una perfección heroica. Su llamada quiere introducir en la historia una actitud nueva ante el enemigo porque quiere eliminar en el mundo el odio y la violencia destructora. Quien se parezca a Dios no alimentará el odio contra nadie, buscará el bien de todos incluso de sus enemigos.
Cuando Jesús habla del amor al enemigo, no está pidiendo que alimentemos en nosotros sentimientos de afecto, simpatía o cariño hacia quien nos hace mal. El enemigo sigue siendo alguien del que podemos esperar daño, y difícilmente pueden cambiar los sentimientos de nuestro corazón.
Amar al enemigo significa, antes que nada, no hacerle mal, no buscar ni desear hacerle daño. No hemos de extrañarnos si no sentimos amor alguno hacia él. Es natural que nos sintamos heridos o humillados. Nos hemos de preocupar cuando seguimos alimentando el odio y la sed de venganza.
Pero no se trata solo de no hacerle mal. Podemos dar más pasos hasta estar incluso dispuestos a hacerle el bien si lo encontramos necesitado. No hemos de olvidar que somos más humanos cuando perdonamos que cuando nos vengamos alegrándonos de su desgracia.
El perdón sincero al enemigo no es fácil. En algunas circunstancias a la persona se le puede hacer en aquel momento prácticamente imposible liberarse del rechazo, el odio o la sed de venganza. No hemos de juzgar a nadie desde fuera. Solo Dios nos comprende y perdona de manera incondicional, incluso cuando no somos capaces de perdonar.
Fr D’Angelo Jimenez/ Bibliografía: Pagola A.