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Queridos Feligreses y Amigos;
El Sacerdote James Martin, S.J. escribió lo siguiente y aunque sus palabras nos hagan sentir incomodos, las mismas son un desafío para todos nosotros.
“Era un extraño y no me acogiste”
El Presidente Trump anunció la orden de construcción de un muro en la frontera con Mexico, el primer acto en una serie de acciones para combatir a los emigrantes, cortar el numero de refugiados que quieran venir a Estados Unidos, y bloquear la entrada, al menos temporalmente, a los sirios y a otras personas de los llamados “países de terrorismo.”
Estas medidas las cuales significan el rechazo al extranjero, a los necesitados, a la persona que sufre, no son cristianas y contrarias al Evangelio. El año pasado el Papa Francisco expresó que “Una persona que solo piensa en levantar muros y no en construir puentes, no es Cristiana. Esto no es el Evangelio.”
Pero quizás usted no quiere escuchar al Papa Francisco. Quizás piense que es demasiado politico. O quizás piense que es muy progresista.
Quizás piense que usted tiene el derecho a rechazar a una persona necesitada. Y que usted tiene el derecho de protección a si mismo. Si, tenemos el derecho de protegernos. Pero rehusar al necesitado por querer protegerse, especialmente cuando esa persona esta desesperada y corriendo peligro, no es ser Cristiano. Debería ser lo opuesto. Ayudar al extraño aunque hayan riesgos. Esa es la Parábola del Buen Samaritano.
Pero si no quiere escuchar al Papa Francisco, entonces escuche al Papa Juan Pablo II, San Juan Pablo II, quien escribió muchas veces acerca de los emigrantes y los refugiados. Escribió: “Busquemos ayudar a nuestros hermanos y hermanas de cualquier manera posible dándoles la bienvenida…Mostrándoles una mente abierta y un corazón cálido. Y dijo, como si predijera la situación actual: “Es necesaria la vigilancia para combatir nuevas formas de racismo o conducta xenófoba, convirtiendo a estos seres en chivos expiatorios por situaciones difíciles en nuestra localidades.”
Este es una situación de vida o muerte. Emigrantes huyen de la pobreza lo cual causa sufrimiento y los lleva a la muerte. Los refugiados huyen de la persecución, el terror, las guerras y temen por sus vidas. Este es uno de los temas de la Iglesia, y muy cercano a San Juan Pablo II.
Pero quizás no quiera escuchar a San Juan Pablo II. Quizás no sea usted Catolico. Entonces escuche a la voz del Señor en el libro de Exodus hablando al pueblo de Israel: “No agobien al residente extranjero (el refugiado) pues fueron también ustedes refugiados en Egipto.” Todo americano debería comprender esto. Aparte de los Pueblos Indigenas, todos somos descendientes de emigrantes. En algún momento fuimos también extranjeros.
Pero quizás no quieran escuchar al Viejo Testamento. Pues escuchen a Jesus. En el Evangelio de Mateo indica una prueba definitiva para entrar en los cielos. En el Ultimo Juicio dirá al pueblo: “Era un extraño y no me acogiste.” Y el pueblo dirá: “No le acogimos cuando fue un extraño?” Y El contestara: “Al no acoger a uno de ellos, así no me ayudaste a mi.”
El mismo Jesus habla desde los Evangelios. Es a Cristo a quien rechazamos cuando levantamos muros. Es a Cristo a quien rechazamos cuando cortamos quotas de refugiados. Y es a Cristo a quien matamos al dejarlos morir en la pobreza y en las guerras por no abrirles nuestras puertas.
San Juan Pablo II dijo: “Hoy el emigrante ilegal se presenta ante nosotros como el extranjero en el cual Jesus pide ser reconocido. Darle la bienvenida y mostrar nuestra solidaridad es un deber de hospitalidad y fidelidad a la misma identidad Cristiana.”
Así que rechacemos estas medidas y démosles la bienvenida. Llamen a sus legisladores y pidan que sean atendidos. Escriban a la Casa Blanca y pidan su protección. Vayamos a las reuniones (“Town Hall”) y aboguemos por ellos. Y recemos por nuestros/as hermanos y hermanas emigrantes y refugiados.
Por que de no ser así y rechazar a Cristo, entonces van a ser sus plegarias la que necesitaremos.